El IVA es un tributo en principio neutral para las empresas y que recae sobre el consumidor final. Sin embargo, también es con diferencia el impuesto que más burocracia y quebraderos de cabeza genera en las compañías que, de alguna forma, actúan como recaudadores de Hacienda. A partir de 2017, la gestión del IVA cambiará radicalmente para las grandes empresas. Así lo anunció ayer el director de la Agencia Tributaria, Santiago Menéndez.
Las compañías que facturan por encima de los seis millones de euros tendrán la obligación de remitir el detalle de las facturas y tiques que emiten y reciben en un plazo de cuatro días hábiles. De alguna forma, la Agencia Tributaria recibirá información prácticamente en tiempo real.
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