Jerusalem Arocas, una dependienta de DIA de Legazpi (Guipúzcoa), fue despedida cuando cumplía su cuarto mes de embarazo. El pasado 8 de abril, Jerusalem se disponía a despedirse de sus compañeros e irse a casa, pero antes, recibió una llamada de la supervisora de la tienda. Estaba despedida.

La jefa le comunicó que su contrato había vencido y que, por tanto, no podía trabajar más en la tienda. Pero la trabajadora estaba convencida de que el argumento de la empresa era falso. Pidió explicaciones, pero no recibió respuesta. No hubo motivos para tal despido, asegura.

Jerusalem no podía entender lo que había pasado: sus compañeros y sus jefes estaban contentos con su trabajo y había muy buen ambiente y buenas ventas en la tienda. Pero al día siguiente, recibió una llamada de una compañera que le aclaró lo que había sucedido: “¿Es verdad que estás embarazada y que los jefes se han enterado?”.

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