El pensamiento académico tradicional establece que el hecho de que un trabajador no tenga miedo a cogerse una baja demuestra su posición de fortaleza, así como la del mercado laboral al que pertenece. Sin embargo, cuando son muchos los que se ausentan (y cada vez de forma más recurrente) los gastos asistenciales del sistema crecen y el funcionamiento de las empresas se resiente. Para tratar de mantener el equilibrio —tanto de las cuentas públicas como de las privadas—, la solución pasa por reconfigurar el marco de las prestaciones por incapacidad temporal y fomentar nuevas fórmulas abran la puerta, por ejemplo, a la parcialidad. Esta es una de las reflexiones del estudio La incapacidad temporal, ausente en los documentos sobre la reforma del sistema de pensiones, elaborado por Octavio Granado, antiguo secretario de Estado de Seguridad Social, y que se ha dado a conocer este lunes dentro de las jornadas sobre el sistema público de pensiones y seguridad social organizado por Fedea.

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