Sostiene el periodista estadounidense ganador del Pulitzer David Barry que existen dos tipos de trabajo fundamental en las compañías modernas: «la recepción de mensajes para las personas que se encuentran en reuniones, y la asistencia a reuniones». Los trabajadores de una gran mayoría de compañías destinan entre el 24 y el 33% del tiempo de su jornada laboral a reuniones. En el caso de los directivos, la sangría puede superar el 50%. El tiempo perdido, el coste de oportunidad o el impacto sobre el estado de ánimo del empleado son algunas de las deficiencias que generan los encuentros improductivos, pero no los únicos.
El impacto económico, es decir, el coste de la reunión, no es baladí. Un estudio realizado en 2019 por Doodle basado en 19 millones de reuniones en firmas de EEUU, Reino Unido y Alemania y con 6.500 entrevistas a sus profesionales advierte de que las reuniones improductivas pueden suponer más de 540.000 millones de dólares de gasto anual.
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