Barcelona llevaba 16 años sin revisar el catastro, que fija el valor de 1,1 millones de inmuebles (pisos, aparcamientos, tiendas…) y acaba de hacerlo. La actualización es trascendente, porque en base al catastro se calculan impuestos como el IBI (de bienes inmuebles) y el de transmisiones o las plusvalías. La actualización, encargada al Ministerio de Hacienda, eleva un 19% el valor global de los inmuebles de la ciudad y un 23% en el caso de las viviendas. Estos porcentajes tendrán que trasladarse al recibo del IBI, una subida que se aplicará gradualmente en 10 años.
En vistas al año 2018, hay una buena noticia para los vecinos de 37 de los 73 barrios: su recibo del IBI bajará, porque sus pisos estaban sobrevalorados. De hecho una de las sorpresas de la revisión catastral es que un 24% de los inmuebles residenciales desciende de valor. El impuesto quedará congelado en 26 barrios y subirá en otros 10. En estos casos, la subida máxima que se les aplicará en el recibo del IBI de 2018 será del 6%.
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En realidad, el IBI en 2018 solo aumentará para el 3,6% de los propietarios de vivienda, los 24.000 que viven en pisos de más de 300.000 euros de valor catastral. Más allá de 2018, lo que es impepinable es aplicar, donde la haya, la subida del catastro al recibo del IBI entre 2019 y 2027. El gobierno municipal tendrá que pactar con la oposición en qué tramos aplica la subida.
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