La banca andorrana afronta el mayor reto de su historia. Tras sufrir golpes comunes a los del resto de entidades financieras internacionales, como el impacto de la crisis y una regulación creciente, o propios, como el efecto contagio que desató el escándalo financiero de blanqueo de capitales para redes criminales internacionales que acabó con Banca Privada de Andorra (BPA), el sector encara ahora la abolición definitiva del secreto bancario y con ella el fin del que durante décadas fue su principal factor diferencial.
Así ocurrirá a partir del próximo 1 de enero, cuando entre en vigor el acuerdo de Intercambio Automático de Información firmado con la Unión Europea que Andorra transpuso como ley el pasado 30 de noviembre.
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