El Pleno del Senado aprobó los tres proyectos de ley que conforman la reforma fiscal y que entrará en vigor en 2015. Con ciertos cambios ventajosos para los contribuyentes, como es el mantenimiento de los coeficientes de abatimiento o la deducción para empresas con créditos fiscales pendientes de aplicar, los textos normativos pasan ahora al Congreso. No cabe esperar modificaciones de calado respecto al texto normativo actual que, en términos generales supondrá una reducción tributaria tras una legislatura en la que se ha registrado el mayor aumento de impuestos de la historia reciente. Estas son los principales elementos de la reforma tributaria:

Salarios
El buque insignia de la reforma fiscal es la rebaja de tipos y tramos en el impuesto sobre la renta de las personas físicas. El gravamen máximo bajará del 52% al 47% el próximo año y el mínimo pasará del 24,75% al 20%. También se elevan los mínimos personales y las exenciones por hijos. En la práctica, todos los asalariados verán como su sueldo neto aumenta a partir de enero respecto a este año. Un contribuyente que gana 32.000 euros pagará 264 euros menos el próximo año. Sin embargo, su factura fiscal todavía será superior a la del ejercicio 2011, cuando Mariano Rajoy accedió a la Presidencia. Ello cambiará a partir de 2016, cuando entrará en vigor la segunda fase de la reforma y los tipos impositivos volverán a bajar.

El Gobierno defiende que los grandes beneficiarios de la reforma son, en términos relativos, los contribuyentes con menor renta. Por ejemplo, un asalariado con un sueldo de 15.000 euros pagará el próximo año 1.206,4 euros frente a los 1.485,1 euros actuales. Un descenso del 18,8%. Para otro asalariado que gane 60.000 euros el año, la rebaja fiscal en términos nominales será mayor al pasar de 16.421,6 euros a 15.886,5 euros. Aunque, porcentualmente, la reducción supone un 3,3% y, por lo tanto, es inferior a la registrada para rentas bajas.

 

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