En el año 2008, ejercicio que marcó el inicio de la actual crisis, el PIB nominal avanzó un 3,3% y, sin embargo, la recaudación tributaria del Estado se derrumbó un 13,6%. En 2009, el PIBnominal retrocedió un 3,8% y los ingresos fiscales cayeron en un porcentaje mucho mayor, un 17%. Ello puso de manifiesto un hecho diferencial de España respecto a la mayoría de países de la UE, donde la menor actividad no se tradujo en una caída tan drástica de la recaudación. La reforma fiscal que aprobará el Gobierno pretende que el sistema tributario sea menos sensible al ciclo económico. Es decir, que un retroceso de la actividad no derive en un derrumbe de los ingresos públicos.
Hacienda pretende dar mayor relevancia a los impuestos que están menos expuestos al ciclo. En este contexto se impone la idea de incrementar la fiscalidad sobre los inmuebles, excluyendo la vivienda habitual.
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